Cayetana Álvarez de Toledo no calló ante el cierre del Congreso al principio de la crisis del coronavirus. «Un Parlamento no se cierra ni en una guerra», alertó. Después de más de un mes de estado de alarma, la portavoz del PP denuncia, en esta entrevista por videoconferencia en pleno domingo de confinamiento, un recorte de libertades y un avance hacia el estado «social comunista». La intensa conversación se interrumpe un momento por la repentina aparición de las hijas de la portavoz, acuciadas por un asunto doméstico. Detrás de su madre cuelga una guirnalda como recuerdo del reciente cumpleaños de la mayor, en una mezcla natural del teletrabajo y la vida familiar de estos días.
La primera cuestión se ha colado en la entrevista de golpe. El jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil acaba de asegurar que trabajan para minimizar las críticas a la gestión del Gobierno. ¿Cómo lo ve?
Es un hecho insólito. Espeluznante. Una prueba de la capacidad del Gobierno de Pedro Sánchez para pudrir las instituciones.
España supera ya los 20.000 fallecidos por coronavirus. Pero todo indica que son más. ¿Se oculta la verdad?
No sé si se oculta la verdad. No puedo hacer un juicio de intenciones. Me basta con saber que los datos oficiales no reflejan la realidad y denunciarlo. Una nación tiene que contar bien a sus muertos. Por respeto a los muertos, primero, y luego para proteger a los vivos.
¿Por qué España es el país del mundo con más muertos por habitante? Esta es la pregunta que usted hizo al Gobierno en el último Pleno. ¿Tiene ya la respuesta?
No la tengo, no. Pero la necesitamos, yo y todos los españoles. No hay tarea más noble, más patriótica y más humana que averiguar por qué España lidera la tétrica lista de muertos por millón de habitantes. Y es una obligación moral del Gobierno averiguarlo. Porque es una tragedia y porque ha ocurrido bajo su mandato.
Pero tiene usted indicios…
Varios, sí. Por ejemplo, el fiasco de los tests, entre la tardanza y los timos. O el sainete de las mascarillas, que primero se desprecian y luego se exigen…
¿Qué responsabilidad atribuye al Gobierno por el alto y desproporcionado número de fallecidos?
Si yo formara parte del Gobierno en estos momentos me sentiría dramáticamente responsable.
Más de un mes en estado de alarma, y sigue habiendo problemas con las mascarillas y los test. ¿Cómo se explica este caos?
España es hoy el epítome del desastre dentro de la hecatombe. En estos momentos, ostentamos un triple liderazgo: más muertos, confinamiento más drástico y destrucción económica más severa. A lo que se añade, desde el sábado, un cuarto elemento: la desescalada más tardía. Es un balance lamentable. Para llorar, diría. Y tiene responsables. Fíjese: por caminos distintos, el Gobierno y sus aliados separatistas coinciden en atribuir este fracaso al «Estado español». El sistema ha fallado, señalan. Falso. No ha fracasado el Estado español, lo que ha fracasado es el Gobierno de la izquierda española.
¿El PP va a pedir dimisiones?
Hablemos de la responsabilidad. Seriamente. La reconstrucción social de España empieza por la reconstrucción política de la mayoría de Gobierno. La actual mayoría, una coalición de socialistas y comunistas, apoyada por separatistas, es perfectamente incompatible con una salida de la gravísima crisis social y económica que vamos a vivir. La actual mayoría gubernamental solo augura una larga decadencia española, un nuevo fracaso español. Yo creo que esto coloca a Sánchez ante una gran responsabilidad política y personal: tiene que dar un paso al frente y someterse a una cuestión de confianza. El programa de investidura, si es que alguna vez existió, ha quedado volatilizado. Sánchez tiene que presentar un programa de Gobierno totalmente nuevo, adaptado a las circunstancias. Un programa adulto, reformista, para encarar y superar la devastación económica y social. Tiene que decir la verdad, definir las medidas que va a tener que adoptar, todas ellas, aunque sean duras, y pedir el voto de la Cámara a su plan. En eso consiste la responsabilidad. La transparencia, la valentía, el respeto a los muertos y a los vivos. Esta es la verdadera nueva política.
¿Son necesarias unas nuevas elecciones?
Sería una salida, claro. Pero en este momento no se dan las condiciones sanitarias, con el país confinado, ni constitucionales. Hasta septiembre el presidente no puede disolver las Cámaras. La cuestión de confianza, en cambio, sí me parece viable, y moral y políticamente obligada.
El PP pide al Gobierno que asuma responsabilidades y haga autocrítica. ¿Deben hacerla también las comunidades de su partido?
Hace unos días escuché cómo Isabel Díaz Ayuso reconocía su pesadumbre ante sus posibles errores. Ese ejercicio de autocrítica es higiénico y necesario. El presidente del Gobierno todavía no ha sido capaz de hacerlo.
¿Qué piensa cuando ve a Sánchez en sus comparecencias semanales?
Anoche (por el sábado) le vi en la televisión, naufragando entre la vaguedad y la impostura, y pensé: no nos reímos de Sánchez a carcajada limpia y a mandíbula batiente por respeto a los 20.000 muertos. Pero, sí, se está convirtiendo en un personaje risible. El único respeto que merece es la tragedia sobre la que se proyecta su incompetencia.
¿A qué atribuye su resistencia a decretar el luto oficial?
A su orgullo. Creo que a estas alturas no decreta el luto oficial simplemente porque no fue idea suya.
¿Hasta qué punto cree que las manifestaciones del 8-M fueron determinantes en la situación que vive España?
Es evidente que la izquierda antepuso sus jaujas ideológicas a las advertencias de los científicos. Pero el feminismo fue el altar ante el cual se sacrificaron la ciencia y la razón. Y los hechos, en la política como en la vida, tienen consecuencias: Fedea ha publicado un informe que calcula que si el confinamiento se hubiera adelantado una semana los contagios se habrían reducido un 62 por ciento.
¿El Gobierno debería pedir perdón?
Sí, pedir perdón es lo razonable. Y no debería costar tanto. Pero más importante es empezar a hacer las cosas bien.
El PP también participó activamente en esas convocatorias.
Cierto. Aunque no me cabe la menor duda de que si el Gobierno hubiera alertado del riesgo de la manifestación para la salud pública nadie del PP habría acudido.
Este lunes, Casado y Sánchez se reúnen por videoconferencia. ¿Usted habría ido a esta reunión en estas circunstancias?
Ni siquiera es una reunión. El presidente ha citado al jefe de la oposición por «zoom» cuando todas las semanas se ven las caras en el Congreso… Forma parte del montaje mediático monclovita. A partir de ahí, hablar es un ejercicio siempre interesante y casi siempre útil.
¿Por qué no se ponen de acuerdo los grandes partidos? ¿Tan difícil es?
Yo creo que a Sánchez solo le interesa el PP como escudo político ante la catástrofe social. Pero hablemos de los pactos. Los acuerdos políticos entre el espacio socialdemócrata y el espacio liberal-conservador deben mantenerse y reforzarse. Esos acuerdos pusieron en pie la Unión Europea y dieron lugar a la España más justa y fértil de la historia. El problema es que Sánchez ha abandonado el espacio socialdemócrata. Lo abandonó respecto de la defensa constitucional. Y lo está abandonando ahora respecto al equilibrio entre lo público y lo privado, plasmado precisamente en los auténticos Pactos de la Moncloa. Se habla mucho del enfrentamiento entre las facciones del PSOE y Podemos en el Gobierno. Pero fíjese: cada vez que ha habido un conflicto, ha ganado Podemos. Y eso es decisión exclusiva de Sánchez. Él elige libremente a quién apoyar. Pedro Sánchez es hoy el líder de Podemos.
¿Pero son necesarios o posibles unos pactos para reconstruir el país?
Unos nuevos pactos españoles sí son posibles. Y tremendamente necesarios. Pero esos pactos sólo se darán sin Podemos. Y por eso llego a la siguiente conclusión: no habrá Pactos de la Moncloa mientras Sánchez siga en La Moncloa.
¿A qué atribuye los insultos y ataques de Adriana Lastra en el Pleno?
A que sectores de la izquierda, paradójicamente los más jóvenes, albergan hacia la derecha un odio visceral. Atávico. Un odio que les ciega, que les perjudica políticamente. Así ocurrió la otra tarde: Lastra boicoteó los pactos publicitados minutos antes por su jefe.
Si se forma una mesa donde esté Bildu, ¿qué debe hacer el PP?
¿Qué mesas son esas? La verdadera mesa política española es el Parlamento. Ahí es donde los españoles debatimos y buscamos soluciones para los problemas, grandes y pequeños, de nuestro país. Yo le pediría al presidente del Gobierno que deje de eludir su responsabilidad en comités, mesas y grupos de trabajo varios y que vaya al Congreso con un plan valiente y claro, y lo someta a votación.
El miércoles se vota una nueva prórroga del estado de alarma. ¿El PP debe apoyarla?
Pablo Casado anunciará el sentido de voto después de conversar con el presidente del Gobierno.
¿Pero esto es un estado de alarma?
Bajo el paraguas del estado de alarma, el Gobierno ha emprendido una deriva autoritaria. La izquierda pretende confinar a los españoles en un régimen social-comunista, en el que retrocedan las libertades políticas, económicas y civiles. Ahí se enmarcan el cierre del Congreso, la ruedas de prensa prefabricadas, la exaltación de lo público, el desprecio a lo privado, la ridiculización de los adversarios en RTVE, ya parece TV3, o la insólita pregunta iliberal del CIS. Todo esto responde a una rancia y estúpida consideración de los españoles como menores de edad.
Al final el Congreso ha recuperado parte de su actividad.
La reapertura del Congreso fue una victoria de la presión democrática ejercida por el Grupo Popular en nombre de todos los españoles. Conseguimos abrir las ventanas de la sede de la soberanía nacional. Ahora nos queda abrir sus puertas. De par en par. Para eso, y para afrontar la gravísima crisis que se avecina, vamos a necesitar una nueva moral colectiva.
¿Usted duerme bien viendo y escuchando a Pablo Iglesias?
A mí quien me quita el sueño es Sánchez.
«Cuanto más padezco a este Gobierno, más admiro a Mariano Rajoy Brey», confesó usted, después de que se publicara que el expresidente había roto su confinamiento. ¿Está cambiando su opinión sobre Rajoy?
Yo he tenido diferencias muy importantes con Rajoy a propósito del desafío separatista en Cataluña. Pero su gestión económica merece respeto, incluso admiración. Por cierto, su gestión de la crisis del ébola, también.
¿Cree que lo habría hecho mejor?
Eso lo cree hasta Sánchez.
Al final le echará de menos.
Sin duda, sin duda.
De momento, vamos a seguir con los Presupuestos de Montoro. ¿Buena noticia?