Según un estudio publicado en la revista científica ‘Frontiers in Psychology’ la amabilidad es poderosa y no sólo afecta a los sentimientos de quien la recibe, sino que también puede repercutir en la salud cerebral de toda la familia.
El equipo multidisciplinar de investigadores y médicos que lideró el estudio pertenecientes al Centro de Salud Cerebral de la Universidad de Texas en Dallas (EE.UU) trató de averiguar si un programa de formación por Internet sobre la bondad mejoraba los comportamientos prosociales de los niños en edad preescolar y por tanto, la capacidad de recuperación de sus padres durante la pandemia de COVID-19.
A través de los resultados obtenidos el quipo descubrió que enseñar y practicar la amabilidad en casa mejora tanto la resiliencia de los padres como la empatía de los niños. “Nuestro objetivo es animar a los padres a participar en interacciones prácticas y saludables para el cerebro con sus hijos que ayuden a una mejor comprensión mutua, especialmente en momentos de estrés. Las investigaciones muestran que la amabilidad es un fuerte potenciador del compromiso social vibrante, que a su vez es un componente crítico de la salud general del cerebro”, explicaba la líder del trabajo, Maria Johnson.
Amabilidad y cuidado del cerebro
A partir de la idea principal, para determinar cómo influye la amabilidad en la salud del cerebro, el equipo pidió a los padres que encuestaran su propia resiliencia e informaran sobre la empatía de sus hijos antes y después del programa de formación. Y de esta manera, descubrieron que los padres son más resilientes y los niños en edad preescolar son más empáticos después del entrenamiento en amabilidad.
Tanto la resiliencia como la empatía requieren habilidades cognitivas como responder bien a los factores de estrés o considerar diferentes perspectivas. Por lo tanto, sus resultados apoyan la idea de que la amabilidad puede influir en la función cognitiva y en la salud general del cerebro.
Resultados
De forma sorprendente, los investigadores descubrieron que, posiblemente debido a las medidas de seguridad de la crisis sanitaria vivida, las cuales han limitado el aprendizaje social y emocional normal de los niños, estos presentan unos niveles de empatía que están por debajo de la media a pesar de la notable mejoría tras haberse sometido al entrenamiento.
Además, los investigadores intentaron conocer si la comprensión de la ciencia que subyace al programa de formación en amabilidad afecta a la capacidad de recuperación de los padres. Pero tras aportar información adicional a ciertos padres no encontraron ninguna diferencia en su nivel de resiliencia, ni en la empatía de sus hijos, con la adición de las enseñanzas de la ciencia del cerebro.
“En momentos de estrés, tomarse un momento para practicar la bondad para uno mismo y modelarla para sus hijos puede aumentar su propia resiliencia y mejorar los comportamientos prosociales de sus hijos. No subestime el poder de la amabilidad, porque en última instancia puede cambiar y moldear la salud del cerebro”, apuntaba otra de las autoras, Julie Fratantoni.
Ahora bien, el estudio por tanto ha dejado claro que los impactos de la amabilidad pueden incluso extenderse más allá de las familias. Como concluía Johnson “La amabilidad puede ser un poderoso potenciador de la salud cerebral que aumenta la resiliencia, no sólo para los padres y las familias, sino para la sociedad en su conjunto”.
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