Lo primero que debemos conocer es que los beneficios para la salud de la fibra dietética varían según las personas, y además, pueden depender del tipo específico de fibra y de la dosis consumida, según han informando investigadores en la revista Cell Host & Microbe.
Pero a pesar de las particularidades de cada individuo lo que han dejado claro los investigadores ha sido que, en general, las dietas ricas en fibra reducen el riesgo de infarto, ictus y enfermedades cardiovasculares. Actúan reduciendo el colesterol y promoviendo un perfil lipídico más saludable para las personas que siguen una dieta occidentalizada.
Según ha afirmado el autor principal del estudio, Michael Snyder, genetista de la Facultad de Medicina de Stanford (Estados Unidos) los resultados del estudio, “demuestran la tentadora perspectiva de utilizar fibras específicas, mediadas por el microbioma, para impulsar la salud y la biología de sistemas en una dirección predecible y personalizada”.
¿Qué entendemos por fibra alimentarias?
Cuando se habla de fibras alimentarias se hace referencia a hidratos de carbono que los microbios intestinales metabolizan de forma selectiva, pero que, por lo demás, no son digeribles para el ser humano. Comprender cómo afectan al microbioma y, a su vez, a la bioquímica y la fisiología humanas es fundamental para utilizar eficazmente los suplementos de fibra dietética y por tanto, para mejorar la salud humana.
Desde el punto de vista más técnico, las fibras son diversas en cuanto a longitud, ramificación, solubilidad, carga y otras propiedades. “Suelen estudiarse como mezclas complejas a partir de su origen vegetal”, explica Snyder y añade que “es necesario determinar los efectos no adulterados de las fibras individuales en el microbioma y establecer biomarcadores de salud asociados, idealmente probando diferentes fibras en los mismos individuos”.
Fibra y colesterol
Para comenzar lo primero es saber, ¿Qué es el colesterol? Se trata de una sustancia cerosa, parecida a la grasa, la cual se forma de un lípido unido a una proteína, por lo que científicamente se nombra lipoproteína. Las lipoproteínas están en todas las células de nuestro cuerpo y ayudan a cumplir algunas funciones en el organismo. Por ello, todos necesitamos del colesterol, pues cumple con algunas funciones en el organismo como disolver la vitamina D, las hormonas esteroideas y los ácidos biliares, pero cuando los niveles de colesterol aumentan, es cuando puede haber problemas.
Para abordar la necesidad de conocer el funcionamiento de la fibra en cada organismo, Snyder y sus colegas se propusieron entender cómo afectan los componentes individuales de las fibras purificadas al mismo grupo de participantes. Para ello estos expertos investigaron os efectos fisiológicos de la suplementación dietética con dos fibras solubles comunes y estructuralmente distintas: el arabinoxilano (AX), que es común en los cereales integrales, y la inulina de cadena larga (LCI), que se encuentra en las cebollas, la raíz de achicoria y las alcachofas de Jerusalén.
Todos los participantes consumieron 10 gramos de fibra al día durante la primera semana, 20 gramos al día durante la segunda semana y 30 gramos al día durante la tercera semana. Y así, los resultados revelaron respuestas microbianas y sistémicas que dependían del tipo de fibra y de la dosis.
La media de los casos estudiados reflejaron una asociación del consumo de AX con una reducción significativa del conocido como colesterol malo. Pero a su vez, las respuestas individuales variaron, y algunos participantes apenas vieron cambios en los niveles de colesterol.
Pero, a pesar de las excepciones Snyder ha afirmado que “varios alimentos ricos en fibra tienen efectos reductores del colesterol, y nuestro estudio sugiere que estas reducciones pueden ser impulsadas por los componentes individuales de la mezcla de fibras en los alimentos vegetales no refinados”.
Por otra parte, el ICV en dosis bajas se asoció a una modesta disminución de los marcadores de inflamación y a un aumento de la abundancia de Bifidobacterium, un tipo de microbio intestinal generalmente beneficioso. En cambio, en dosis más altas se produjo un aumento de la inflamación y de los niveles de una enzima hepática llamada alanina aminotransferasa, lo que sugiere que una cantidad excesiva de esta fibra puede ser perjudicial. De nuevo, se muestra como estas respuestas potencialmente negativas fueron variables entre los participantes.
De esta manera los datos aportados por esta reciente investigación demuestran que ciertas fibras alimentarias producen beneficios en la mejora del colesterol, pero invita a tener cuidado puesto que los niveles de fibra y las particularidades de cada individuo influyen en sus beneficios. teniendo respuestas variables a ciertos alimentos.
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