Parece sencillo saber qué es un alimento ultraprocesado porque si se compara un alimento fresco con una galleta, o con una pizza congelada, lo tenemos muy claro. No obstante, en ocasiones no es tan fácil. Por ejemplo, hay personas que dudan de si el jamón serrano o el gazpacho son ultraprocesados: pues bien, todo depende de sus ingredientes.
Siempre hay que leer las etiquetas
Así, para poder distinguir si un alimento es ultraprocesado o no, Sánchez-Perona nos da la clave: la Clasificación NOVA, un método que se basa en cuatro sencillos puntos que nos van a dar la pista de que un alimento es ultraprocesado; una definición que cuenta con la aceptación además de la comunidad científica, y que determina que un alimento es ultraprocesado si:
- Cuenta con un elevado grado de procesamiento industrial
- Es un alimento en el que no se puede reconocer la materia prima
- Contiene grandes cantidades de azúcar, grasas saturadas, o sal
- Contiene ingredientes que uno no tiene en su casa, y en particular, los aditivos que se añaden para mejorar su atractivo, como los aglutinantes o espesantes que mejoran textura, así como aromas, colorantes y potenciadores del sabor.
El gazpacho y el salmorejo, entre otros
A pesar de que siempre hay que leer las etiquetas, hay productos que generar mayores dudas a la hora de distinguir si se trata de un producto ultraprocesado o no. Por ello, este investigador del CSIC en el Instituto de la Grasa, que precisamente firma el libro de la colección ¿Qué sabemos de? (CSIC-Catarata), ‘Los alimentos ultraprocesados’ llama la atención sobre los gazpachos o salmorejos que vienen envasados y sobre los que hay muchas dudas: “Tienen un grado procesamiento alto porque tienen muchos ingredientes que se han procesado en la industria alimentaria, vienen envasados, pero no cumplen con las cuatro condiciones que hemos mencionado. Este tipo de alimentos no son ultraprocesados. O las ensaladas preparadas tampoco serían en principio ultraprocesados, salvo que en la salsa de aliño tengan esos aditivos mencionados o un exceso de azúcar”.
Además, este tecnólogo de los alimentos destaca también que las bebidas azucaradas y después la bollería y los snacks son los más consumidos; y después apunta a otros que se consumen menos porque son más caros pero que son ultraprocesados como las hamburguesas veganas, hechas a partir de soja texturizada, o por ejemplo los platos listos para calentar en el microondas y se consumidos.
Por qué no podemos parar de comerlos
Una de las características de estos alimentos es que no podemos parar de comerlos, ¿por qué? Sánchez-Perona explica que primeramente esto es así porque contienen grasas saturadas, azúcar, o sal y las personas somos muy sensibles a estos ingredientes, nos atraen muchísimo, y todo tiene un fundamento desde un punto vista antropológico relacionado con la escasez de estos constituyentes en nuestros ancestros, para quienes no era tan fácil encontrar estos componentes.
“De ahí que tengamos una tendencia a intentar encontrar esos alimentos. Nuestro organismo, nuestro cerebro, nos da una recompensa cada vez que los consumimos. Cuando los consumimos en exceso se produce una recompensa permanente y hace que nos atraigan mucho e incluso tengamos comportamientos de tipo adictivo”, ha reiterado el experto.
Quien a su vez, señala que otro motivo sería que también tenemos una repuesta a los alimentos ultraprocesados, denominada ‘respuesta supernormal’, y que va más allá de lo que el estímulo nos proporciona. “Un alimento sirve para nutrirnos, pero desde otros puntos de vista también puede tener una función hedonística y esto hace que nuestra respuesta vaya más allá de lo que es normal, y tendemos a responder de manera muy exagerada ante algunos de estos alimentos; básicamente porque nos atraen tanto”.
Peligros para nuestra salud
Por el momento, no existen cifras sobre el consumo que se puede hacer de los ultraprocesados pero cualquier dietista-nutricionista diría que ‘cuanto menos mejor’ y, en caso de consumirlos, que se ingieran los menos perjudiciales, es decir, aquellos con menor contenido en grasa, en azúcar, o en sal.
Según cuenta el investigador, hasta que no existió esa definición había estudios que ya relacionaban su consumo con enfermedades no transmisibles o metabólicas; pero una vez aceptada la Clasificación NOVA, se han realizado todavía más estudios que relacionan estos alimentos con las citadas patologías y hay evidencia solida en cuanto a la relación entre comer ultraprocesados y desarrollar síndrome metabólico, diabetes, obesidad, y enfermedad cardiovascular. Incluso, actualmente, se han presentado nuevos estudios que relacionan su consumo con la aparición de enfermedades neurodegenerativas y el cáncer, aunque por el momento son pocos.
Así, viendo los peligros que este tipo de alimentos conllevan para la salud, Sánchez-Perona ha concluido recomendando que para frenar su consumo es necesario que a nivel individual, se aprenda a leer las etiquetas, ya que es donde se encuentra la clave de si un alimento es ultraprocesado o no.
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