El ejercicio siempre es saludable y todavía es más importante durante el embarazo. Hacer actividades en el agua alivia el dolor de espalda, activa la circulación e invita a sentirse más ligera. Pero, ¿en qué casos es aconsejable (y en cuáles no) nadar durante el embarazo? Pues bien, en general, durante la gestación hacer ejercicio es una de las claves para que el parto y la recuperación sean mucho mejores. Y hacer ejercicio dentro del agua te lo pone fácil en tu situación actual.
Así, hacer actividad en el agua durante todo el embarazo es ideal. El agua facilita los movimientos ya que:
- Reduce el peso físico.
- Te permite sentirte más ligera y con mayor capacidad de movimientos.
- Evita posibles lesiones ya que se elimina el impacto.
- No se fuerzan los músculos.
Además, de forma más concreta el segundo trimestre es el momento perfecto para empezar, porque ya se ha superado el periodo de mayor riesgo de aborto (el primer trimestre), y es una época de más energía y estabilidad. Las náuseas o vómitos suelen desaparecer, y no te sientes tan pesada ni tienes las molestias que se suelen acentuar al final del embarazo. Además, el bebé empieza a agudizar sus sentidos y podrás notar los primeros movimientos
Y, si nos centramos en la hora del día y podemos elegir, mejor a media mañana. Siempre que se puede, las embarazadas deben evitar las primeras horas para realizar ejercicio porque puedes tener náuseas debido a que llevan muchas horas sin comer. Tampoco conviene hacerlo justo después de comer, al menos se debe esperar entre 30 y 60 minutos, y nunca realizar deporte en ayunas, según los expertos. Pero bien, en general, lo ideal es practicar esta actividad física regularmente durante 10 semanas antes del parto, para llegar más preparada físicamente.
Como en el agua solo se percibe un 10% del peso total –menos aún si el agua es salada– las futuras madres podrán trabajar todas las estructuras de su cuerpo con rangos de movimiento más fluidos y armónicos, sin tener que hacer un mayor esfuerzo por contrarrestar la fuerza que ejerce la gravedad. Además, la natación o las actividades dentro del agua como el aquagym son ejercicios aeróbicos que favorecen la activación del corazón, regulan la respiración, mejoran la circulación y evitan la retención de líquidos y, al estar continuamente en una posición horizontal, la propia fuerza del agua hacen que el peso se reparta mejor y no se sobrecargue tanto ni la zona pélvica ni la zona lumbar.
En este entorno se trabajan los músculos, los tendones, los ligamentos y los huesos de las estructuras implicadas, tanto en el embarazo como en el parto, y al mismo tiempo se fomenta una respiración completa y consciente, aumentando la capacidad respiratoria y de oxigenación, así como la relajación de todo tu cuerpo. De manera que al practicar actividades acuáticas las embarazadas pueden sentirse más activas, más cómodas y confiadas con su cuerpo y estánde mejor humor. Y es que, si siempre lo es, en esta etapa de la vida aún es más importante mantener un buen equilibrio entre el cuerpo y la mente.
Por tanto, podemos ver como la actividad física y sobre todo la realizada en un entorno como el agua es, sin duda, un hábito saludable que ayuda a llegar al parto en buena forma, al mismo tiempo que beneficia el buen desarrollo del bebé, A lo que hay que añadir la idea de que el agua se ha identificado siempre con el mundo femenino y la maternidad. Te devuelve al útero materno y fomenta la empatía con el bebé, haciendo experimentar sensaciones similares y atenuando los estímulos que reciben nuestros sentidos. Sumergirse en el agua da así la oportunidad de escuchar y sentir el cuerpo y al bebé.
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